divendres, 8 de maig del 2009

Els preus dels pisos de lloguer baixen un 5,6% aquest any

El preu de l'habitatge de lloguer a Barcelona ha caigut un altre 5,6% en el primer trimestre de l'any, i s'ha situat en 12,50 euros de preu mitjà per metre quadrat i mes, segons un informe elaborat per l'empresa consultora Forcadell.

Els preus ja havien caigut un 9% durant el 2008, després de quatre anys d'increments ininterromputs, fins a situar-se en 13,25 euros per metre quadrat i mes.

El districte de Nou Barris té ara els lloguers més barats de la ciutat, amb 10,20 euros el metre quadrat de mitjana, mentre que els de l'Eixample són els més cars, amb 13,92 euros.

Entre l'any 2003 i el 2007, els preus dels lloguers havien pujat a Barcelona un 55%, però amb la crisi i l'atur la tendència s'ha invertit.

Publicat diari AVUI

dijous, 7 de maig del 2009

Veïns dels pisos turístics volen que se'n revoquin les llicències

Els veïns de Ciutat Vella afectats per l'existència d'apartaments turístics a les seves finques no es rendeixen. El nou pla d'usos del districte que manté la prohibició d'obrir nous habitatges d'ús turístic no els satisfà perquè no resol els problemes de convivència. Convençuts que aquesta oferta turística només pot existir en vertical i amb una normativa que eviti la seva concentració en determinades zones de la ciutat, han decidit fer un nou pas. Estudien constituir-se com a plataforma d'afectats per exigir a l'Ajuntament que revoqui les llicències, almenys dels establiments conflictius.

La iniciativa ha sorgit dels afectats de Ciutat Vella, el districte que aplega la majoria dels apartaments turístics. Fa uns anys que funciona el grup Contra Pis Turístic del Gòtic i fa uns mesos es va constituir la Xarxa Veïnal de Ciutat Vella, que aplega catorze associacions de veïns i entitats socials. En el seu manifest constitutiu, la Xarxa reclama revisar les llicències atorgades i retirar les que tenen queixes de les comunitats de veïns.

L'Eixample i Poblenou

Conscients que la moratòria aplicada a Ciutat Vella des del 2005 ha traslladat aquest fenomen a l'Eixample i el Poblenou, els afectats han començat ara a coordinar-se amb les associacions veïnals d'aquests dos districtes per demostrar al consistori que és un problema de ciutat i actuar com a contrapunt de les poderoses associacions que es dediquen a aquesta activitat econòmica, com és el cas d'Apartur. També han iniciat una ronda de converses amb els grups municipals i no descarten fer campanyes de protesta com ara penjades de cartells.

Des de Contra Pis Turístic s'insisteix en el fet que la presència d'apartaments turístics en escales de veïns és "incompatible" i es critica l'Ajuntament per "haver cedit als lobbies turístics" i haver apostat per un model turístic que "desprotegeix el ciutadà per protegir el gran sector turístic". A més, afegeixen que totes les iniciatives que es prenen per minimitzar els problemes de convivència "són un nyap". En aquest sentit lamenten la indefensió que pateix el ciutadà quan denuncia els comportaments incívics.

Aquest no és l'únic retret. Com a exemple de la presumpta "connivència" del consistori amb aquest tipus d'operadors turístics, aquest grup d'afectats remarca les facilitats que dóna l'administració per poder obrir un apartament turístic en una finca amb veïns. "Les condicions de la llicència són fàcils de complir i el preu és només de 214 euros", explica la Reme, veïna del Raval.

Publicat diari AVUI

Lloguers i poca vergonya

dimecres, 6 de maig del 2009

La crisis hipotecaria y el derecho a una existencia digna

Uno de los rostros más dramáticos, aunque mediáticamente menos visibles, de la crisis actual es la situación de las miles de familias que corren el riesgo de quedarse sin vivienda por no poder pagar la hipoteca. Según el Consejo General del Poder Judicial, a lo largo del año 2009, unas 84.214 unidades familiares pueden llegar a afrontar procesos de desahucio. Muchos de los afectados son personas que, debido a la deficiente regulación del sistema crediticio español, no sólo pueden verse en la calle, sin empleo ni casa, sino que además pueden seguir manteniendo su deuda con los bancos. La gravedad de este asalto en toda regla a derechos sociales básicos contrasta con la pobre respuesta ofrecida por las instituciones, sobre todo si se la compara con el activo compromiso exhibido con las entidades financieras.

Son varios los elementos que contribuyen a explicar esta desidia institucional. Uno de ellos tiene que ver con la idea, instalada en cierto "sentido común", de que el hipotecado es alguien que, al haber actuado "libremente", debe cargar con toda la responsabilidad por su actuación. "Nadie –viene a sostener este argumento- los forzó a contraer créditos que a la larga serían imposibles de pagar. Si querían ser propietarios, deberían atenerse a las consecuencias". Este tipo de razonamiento tiene la ventaja de que permite captar con sencillez uno de los factores que ha conducido al actual desastre. Sin embargo, oculta de manera interesada los sutiles pero férreos mecanismos que han permitido a las políticas neoliberales abrirse paso durante las últimas décadas.

Uno de los más recurrentes, de hecho, ha sido el señuelo del "capitalismo popular". La idea de fondo era que las políticas de privatización de bienes y servicios públicos permitirían a todos disfrutar de recursos básicos en calidad de "propietarios" y no de simples "clientes" del Estado, lo cual aseguraba un control más "seguro" y "eficiente" de los mismos. No se trataba, por tanto, de garantizar derechos sociales, sino derechos patrimoniales, convirtiendo a los ciudadanos "de proletarios, en propietarios", como se jactaba la propaganda oficial. El Reino Unido de Margaret Thatcher, es sabido, fue un sofisticado laboratorio de este tipo de iniciativas. Para involucrar a los trabajadores en las políticas de privatización, se les ofrecían acciones de las empresas privatizadas. Así, quien perdía su empleo podía sentirse compensado por un súbito y eufórico acceso a la "propiedad" de la empresa. La trampa, sin embargo, no tardaba en manifestarse. En un mercado con fuertes barreras de entrada y marcadas asimetrías en el acceso a la información, el "trabajador accionista" acababa vendiendo sus activos y se encontraba, de la noche al día, sin empleo, sin acciones, y a merced de unos poderes privados que, en parte, habían conseguido hacerlo "cómplice" de su violenta acción de despojo.

Pese a sus peculiaridades, la actual situación de emergencia habitacional no es ajena a este tipo de procesos. Durante décadas, los responsables de las políticas de vivienda se encargaron de hacer del Estado español uno de los que, habiendo construido muy por encima de la media europea, menos ha dedicado a la promoción de vivienda pública asequible. La práctica inexistencia de otras vías de acceso a una vivienda que no fueran la compra hizo que muchas personas consideraran que la única opción "segura" y "eficaz" para disponer de la misma era convertirse en "propietario privado". Las instituciones públicas desplegaron todo un arsenal de medidas que justificaba esta percepción: impulsaron la desgravación fiscal de la compra, debilitaron la posición del inquilino en la legislación sobre arrendamientos urbanos, consintieron la desregulación del mercado hipotecario, permitiendo hipotecas a 50 años, desarticularon controles básicos sobre el sistema crediticio, y renunciaron al fomento de otras formas de tenencias ampliamente difundidas en otros países europeos, como el alquiler social o la cesión de uso.

Inmobiliarias, bancos y cajas no hicieron, en realidad, sino aprovecharse de esta deliberada política institucional de apuesta por la "propiedad privada" y de desincentivo de otras formas de tenencia segura y asequible. Amparados por la extendida percepción de que alquilar era "tirar el dinero", dedicaron todo su aparato propagandístico a crear la ilusión de que se podía ser "propietario" aunque ello supusiera comprometer un porcentaje exorbitante de los propios ingresos (más del 40%, en muchos casos).

En un contexto así, parece un despropósito presentar los contratos celebrados como el inequívoco producto de la "autonomía de la voluntad" de las partes. Una mirada más realista, por el contrario, permite reconocer en los acuerdos suscritos la fisonomía clásica de los contratos por adhesión, caracterizados por una notoria asimetría en la información disponible por las partes y por la inclusión más o menos disimulada de cláusulas abusivas. La lista de irregularidades es amplia: sobrevaloración de los pisos con el objeto de inflar el precio y aumentar la deuda contraída; contratación obligada de seguros caros e inútiles; utilización de avales cruzados entre los mismos deudores; intereses variables referenciados al Euribor más unos diferenciales desorbitados; información sesgada sobre los posibles aumentos en la hipoteca. Todo ello con una finalidad inequívoca: optimizar los beneficios y sortear los controles de riesgo al que todo sistema crediticio razonable debería someterse.

Lo llamativo, con todo, es que a pesar de las condiciones fraudulentas en que se pactaron muchas de estas hipotecas, el índice de morosidad de las familias ha permanecido, al menos hasta ahora, increíblemente bajo. A diferencia de los bancos, que ante el estallido de crisis han apelado prestos al socorro público, las familias endeudadas han cumplido los compromisos adquiridos mientras han dispuesto de un empleo y los intereses se lo han permitido. Cuando han dejado de hacerlo, la violencia del poder privado se ha manifestado en toda su crudeza. En la misma línea de los empresarios que exigen la reducción de salarios a pesar de los cuantiosos beneficios obtenidos, las entidades financieras exigen mantener la deuda con intereses muchas veces usurarios. La amenaza, en caso de no acceder al chantaje, es similar: en un caso, el despido; en el otro, el desalojo fulminante.

A pesar de su papel en la generación de la actual situación, o precisamente por eso, las soluciones ofrecidas por las instituciones públicas han sido inofensivas. La medida estrella adoptada por el gobierno estatal ha sido la llamada "moratoria ICO; una moratoria que no cuestiona el aumento abusivo de intereses y que ni siquiera es obligatoria para los bancos. El hecho de que hasta el momento apenas se hayan acogido a ella poco más de un centenar de personas es un indicio claro de sus limitaciones.

Naturalmente, esta asimetría en la reacción institucional se explica, en el fondo, por el descomunal desequilibrio de los intereses en juego. Después de todo, la actual crisis hipotecaria también es el producto de décadas de un capitalismo contra-reformado que ha consentido la irrupción de oligarquías económicas cuyos intereses se encuentran sólidamente salvaguardados por instituciones públicas y privadas de diverso tipo. Por el contrario, los intereses de los hipotecados, al igual que los de los parados y los de muchos colectivos a los que la crisis ha colocado en abierta situación de vulnerabilidad, exigen una articulación más lenta y compleja. En algunos casos, porque se trata de migrantes que ni siquiera pueden presionar al poder político con su voto o que se encuentran paralizados por la espada de Damocles de una eventual pérdida de residencia legal. En otros, porque se trata de personas abrumadas por el peso de años de privatización de la resistencia, de mensajes de "sálvese quien pueda" y de unos sindicatos cuyos reflejos frente a este tipo de conflictos se encuentran hace tiempo anquilosados.

Con todo, la mercantilización de todas las esferas de la vida a la que tiende el actual capitalismo desembridado, no ha dejado de generar inéditas aunque embrionarias formas de resistencia. Las plataformas de afectados por las hipotecas, recientemente conformadas en ciudades como Madrid o Barcelona, al igual que las plataformas de desocupados, son una prueba de ello. Sus demandas son elementales pero incisivas: paralización de los desahucios, tanto de las familias hipotecadas como de los avalistas, hasta que se encuentre una solución a su situación; garantía del acceso de los afectados a justicia gratuita para defenderse de los procesos de ejecución; regulación de la dación en pago, de manera que si el banco se queda la vivienda, la deuda quede saldada, como de hecho ocurre en otros países de la Unión Europea o en Estados Unidos; expropiación o compra a un precio justo del parque de viviendas hipotecadas de primera residencia con el objeto de destinarlas a un parque público de viviendas de alquiler; realización de una auditoría pública sobre el funcionamiento del mercado hipotecario; establecimiento de los mecanismos y las reformas necesarias para sacar a la vivienda de los mercados especulativos y convertirla en un derecho para todos.

El impulso de estas medidas y la consiguiente democratización del sistema crediticio exige, naturalmente, franquear los arraigados privilegios con los que un puñado de poderes privados (bancos, inmobiliarias, agencias de calificación de deuda) ha sabido hacerse en las últimas décadas, no sin la inestimable colaboración de diferentes instancias públicas. Pero exige, también, revertir muchos de los mitos que años de "capitalismo popular" han impreso a sangre y fuego en la experiencia de millones de personas. Uno de esos mitos es que la única forma de acceder a una vivienda digna y segura es a través de la "propiedad privada". El otro es que la vivienda puede ser objeto de especulación y una fuente de rentas tan legítima como cualquier otra. Aunque no puede hacerse de la noche al día, la única manera creíble de erradicar estas creencias es mostrando, por un lado, que es factible garantizar el derecho a la vivienda a través de otros regímenes de tenencia seguros y eficientes, como la propiedad cooperativa, el alquiler social, la cesión de uso o el usufructo. Y por otro, inscribiendo esa lucha en un programa más amplio de universalización de derechos sociales capaces de resistir el actual "cercamiento privado" tanto en la esfera del trabajo formal -en la fábrica, en la empresa- como fuera de ella -en el ámbito doméstico, en el barrio, en el espacio urbano sin más-. Estos "viejos" y "nuevos" derechos sociales que cabría sustraer a la arbitrariedad tanto del mercado capitalista como del Estado tienen que ver con cuestiones tan elementales como la salud, la educación, el agua, el transporte, los comedores públicos, las guarderías infantiles, la reducción de la jornada laboral o el disfrute de una renta básica.

A pesar de las dificultades subjetivas que encierra un cambio "político-cultural" de esta índole, es innegable que la crisis ha mejorado las condiciones objetivas para hacerlo posible. No es impensable, incluso, que un programa de reinvención de lo "público" y de los "bienes comunes" pueda calar entre las generaciones más jóvenes, nacidas ya en un contexto de pertinaz precariedad y ajenas a las mieles del mito propietarista. En última instancia, proteger a quienes tienen una vivienda o un empleo precarios, o a quienes carecen de techo o de ingresos básicos, no es sólo una manera de contrarrestar enraizadas prácticas especulativas y situaciones de explotación: también es una forma de distribuir con justicia las responsabilidades derivadas de la crisis y de actualizar el viejo derecho de todos a llevar una existencia digna.

Gerardo Pisarello, profesor titular de Derecho Constitucional en la Universitat de Barcelona, es miembro del Comité de Redacción de SINPERMISO.

dimarts, 5 de maig del 2009

Escrit de l'AAVV de l’Òstia i la Plataforma en el diari Barceloneta

    Información sobre reuniones con el Ayuntamiento y Comissions Consultives.

Este mes, la avv l'òstia y la plataforma d'afectats en defensa de La Barceloneta hemos asistido a dos Comissions Consultives en el Distrito.

En la primera, de seguridad, mobilidad, vía pública, prevención y servicios municipales, se trató el tema de la inseguridad que padecemos los vecinos debido a la cercanía con el mar y la masificación de turistas que esto genera. También se habló de los diferentes colectivos que habitan en la calle en la temporada de verano, se diferenció entre sin-techo, gente que en verano decide vivir en la calle, y personas que se saltan la ley. El ayuntamiento aseguró que cuenta con diferentes medidas para cada uno de estos grupos en concreto.

También se trató el tema de las terrazas de bares y restaurantes, los vecinos que asistimos hicimos hincapié en que el Ayuntamiento haga un seguimiento, ya que más allá de la privatización de las calles, muchas terrazas producen inseguridad y suponen un mal descanso para el vecino.

Los vecinos hablamos también de las consecuencias del turismo descontrolado que sufrimos, como el encarecimiento de los alquileres de los pisos debido a los apartamentos turísticos, y cómo se encarecen también los productos básicos necesarios para vivir.

El Ayuntamiento reconoció que el tema del turismo se le había ido de las manos y aseguró que estaba tomando medidas.

Consideramos que es importante no convertirnos ni en un barrio, ni en una ciudad dedicada al turismo, ya que eso tiene muchas consecuencias negativas para la que gente que vivimos aquí, y además, nos condena a que desparezca poco a poco el comercio de barrio, los oficios...

El pasado jueves 30, mantuvimos una reunión con la regidora Itziar González en el local de la calle Pescadors 49. Se explicará con detalle el contenido de la reunión en el boletín de la avv l'òstia y la plataforma de este mes de mayo, para poder explicarlo todo.

- Reunión con la directora del CAP por el sistema de recetas

Por otro lado, queríamos informaros también de que debido a las muchas quejas que nos han llegado a la oficina de la avv l'òstia y la plataforma, decidimos reunirnos con la directora del CAP Barceloneta. El tema de la reunión eran los problemas que acarrea el nuevo servicio de recetas.

La reunión no concluyó con ningún cambio positivo a favor de los vecinos. El nuevo servicio de recetas resulta muy incómodo, ya que si se te pasa la hora en que ir a recoger la receta, tienes que volver a pedir hora, bien desplazándote hasta el CAP (que para la gente mayor supone un esfuerzo, coger un autobús), o pasándote mucho tiempo al teléfono. Sin embargo, la lectura del CAP es que el nuevo sistema ha supuesto tal mejora que no hay queja alguna, ni la dirección, ni los médicos que están en contacto con los vecinos.

Nosotros seguiremos insistiendo en el tema, lo que no puede ser es que, a la larga, se tenga que pagar o depender de que alguien te haga un favor apra recoger las recetas. Los vecinos del barrio ya tenemos malas experiencias con el tema de deberle favores a alguien. Se trata de un servicio sanitario público, que todos pagamos, y tenemos el derecho de ser bien atendidos.

    Tema apartamentos turísticos:

Está comenzando la temporada de verano. Es decir, cada vez hay más aglomeración de turistas. Evidentemente, el problema no son los turistas en sí; sino las consecuencias de su presencia. Sigue habiendo cada vez más apartamentos turísticos que funcionan. Esto tiene dos grandes problemas: 1. la cantidad de molestias que generan a los vecinosque viven en la escalera.

    que encarece aun más el precio de la vivienda. Si alguien ve que alquilando el piso a turistas por semanas puede sacar mucho más dinero que alquilándoselo a vecinos, lo alquilará a turistas. Es la administración la que tiene que regular esto.

Así que es importante: por un lado, que las comunidades de propietarios pongan en sus estatutos que no aceptan apartamentos de uso turístico en el edificio.

Por el otro, estamos pidiéndole al distrito que no regule, legalice los apartamentos para turistas; sino que los cierre y obligue a que el propietario lo ponga en alquiler para vecinos. Un alquiler social.

En la calle Sta. Lluïsa de Marillac se ha legalizado un nuevo apartamento para turistas, el permiso se ha tramitado y concedido sin consultar a los vecinos de la escalera. Esto quiere decir que este piso es irregular, porque la normativa contempla que se tiene que contar con el consentimiento de los vecinos. Se aconsejó a vecinos de la escalera que redactaran un escrito para que se cerrara el apartamento turístico que firmamos diferentes entidades del barrio, entre ellas, la avv l'òstia y la plataforma. Después, como asociación de vecinos, pusimos en conocimiento del ayuntamiento esta situación, viendo que los vecinos están en desacuerdo con que en su finca se abra este tipo de negocio. Tienen miedo de que todos los clientes tengan llave de la escalera y del tejado, los vecinos son muy respetuosos con su edificio y entre ellos, y esto no lo aplican los clientes del negocio de los apartamentos turísticos.

    Cuotas del CNAB

Como sabéis, en la Gaseta Municipal del 10 de abril, se hizo pública la información de que la Comissió d'Hissenda del Ayuntamiento anuló la subida de precios para los jubilados con tarjeta rosa en el CNAB. Esperamos que el Ayuntamiento haga un seguimiento de esta decisión y supervise que se aplique. Las piscinas de sant Sebastiá son una instalación municipal y tiene que poder acceder todo el mundo. Se le ha comunicado a la gerente del Distrito la necesidad de hacer pública esta información (de que no se pueden subir las cuotas) y de comprobar que no lo hagan.

    Pla de barris

Como sabéis, con el Pla de barris, se concederán ayudas económicas para rehabilitar elementos comunes de los edificios. Salió la aprobación provisional de las bases, las condiciones para poder recibir las ayudas. La avv l'òstia y la plataforma presentamos alegaciones, es decir, propusimos modificaciones para que quien se beneficie realmente sean los vecinos, y se proteja a los vecinos de alquiler. Podéis leer las alegaciones en http://labarcelonetaambelaiguaalcoll.blogspot.com/2009/04/excm.html

En cuanto se pueda optar a las ayudas, os avisaremos, mientras tanto, esperaros para rehabilitar los edificios -por mucho que insista vuestro administrador-, podéis ahorraros mucho dinero.

    El día 20 de mayo haremos entrega al Distrito de las firmas que hemos recogido durante este mes del manifiesto “En la Barceloneta nos negamos a ser un barrio turístico”. Quien quiera, es bienvenido a acopañarno.

Que paséis unos buenos coros,

dilluns, 4 de maig del 2009

Todo el mundo lo sabe: Internet libre y abierto

El 5 de mayo 2009 en el Parlamento Europeo quieren subastar el acceso ciudadano a Internet. Actúa ahora!

La ciudad museo

Màrius Carol - 24/09/2008
Crece "la turismofobia" e incluso Sisa en su pregón recordó los "guiris meones" que nos invaden
Siete millones de turistas visitarán este año Barcelona, que se ha convertido en una referencia como ciudad cosmopolita. Pero estas cifras espectaculares que generan un río de dinero para la urbe están despertando la turismofobia de los barceloneses, que ven cómo la existencia de estos forasteros complica el tráfico, desborda los museos, hace subir los precios de restaurantes y homogeneiza el paisaje. Hace veinte años los barceloneses querían abrirse al mundo (y para eso se volcaron en los Juegos) y ahora, cuando el mundo nos ha venido a ver, los recibimos como pelmazos. El pregón de las fiestas de la Mercè de Jaume Sisa tuvo su aderezo de turismofobia cuando recordó a los "guiris meones", como si el orín tuviera denominación de origen y como si los nativos no consideraran las aceras como su mingitorio.

El profesor de Turismo de la Universitat de Girona ha escrito un artículo en la revista Barcelona Metrópolis donde recuerda que este fenómeno de rechazo no es exclusivo de la ciudad, hasta el punto que cita un autor norteamericano que propuso una teoría según la cual la relación entre huéspedes y anfitriones, entre turistas y residentes, pasa inexorablemente por cuatro etapas: euforia, apatía, irritación y antagonismo. En cualquier caso, en toda urbe turística conviven los utilitaristas, que consideran que los visitantes son una fuente de ingresos y de rehabilitación urbana, y los paranoicos, que creen que son un factor de deformación cultural y urbanística.

Es cierto que uno no tiene la capacidad de elegir a sus turistas (sólo uno de cada tres visitantes llega con afán de conocer la cultura barcelonesa) y que cuando uno ve según qué tipos cocidos de cerveza y con un sombrero mexicano comprado en la Rambla en la cabeza le gustaría enviarlo en un Sputnik como a la perra Laika. Pero, a fuerza de ser sinceros, la ciudad es de todos, incluso de los apóstoles del mal gusto, entre quienes tampoco faltan unos cuantos que han nacido entre nosotros. La ciudad es un millón de cosas como clamaba el poeta de la radio y lo cierto es que Barcelona somos todos, incluso aquellos que ofenden nuestra sensibilidad. No sea caso que denunciemos que el turismo convierte nuestra capital en un parque temático para el consumo turístico y seamos incapaces de entender que tampoco tendría sentido 1a ciudad museo para que nos extasiáramos los locales.

La democratización del turismo, que antes era una práctica de privilegiados, es uno de los fenómenos más interesantes que nos ha tocado vivir, a costa de que el paisaje pierda autenticidad. Y tomémonos con calma (y exigencia cívica) el éxito turístico, entre otras cosas porque tras el estreno del último Woody Allen han crecido las reservas de viajes desde EE. UU., mientras Continental Airlines publicita sus vuelos directos a Barcelona en sus taxis. Aunque no todas las forasteras serán como Scarlett Johansson

Aportat per VEI

diumenge, 3 de maig del 2009

La Barceloneta da la nota

El barrio marinero de la Barceloneta no es grande. Tiene forma de triángulo con unos límites físicos claros: la playa y el mar Mediterráneo, por un lado; el Port Vell, por otro, y la ronda litoral y el Puerto Olímpico, por el otro. Sus calles son rectilíneas, y las islas de sus casas, regulares. Se levantó en el siglo XVIII, cuando imperaba el modelo urbanístico de la Ilustración. Su artífice fue un ingeniero español de origen flamenco que cumplió la orden de Felipe V de urbanizar una zona insalubre cerca del mar. El ingeniero proyectó 15 calles atravesadas por otras nueve con casas unifamiliares de planta con acceso a dos calles por aquello de la ventilación. Las viviendas eran de una sola altura para que no impidiesen la actividad de las baterías de la ciudadela. Pasado el tiempo, cuando las baterías ya no funcionaban y llegó la industrialización, los edificios crecieron a lo alto y se partieron las viviendas originales en mitades y cuartos de piso, viviendas muy pequeñas que obligaban a sus habitantes a vivir en la calle.

Pero, a pesar de ser pequeña, la Barceloneta presenta dos, y si apuramos, hasta tres mundos diferentes en olores, colores y paisaje humano, algunos incluso en peligro de extinción. Y ése es uno de sus encantos. Son mundos que ha captado el escritor Antonio Iturbe en su novela Días de sal (la otra orilla), donde el protagonista vuelve al barrio de su infancia, que no es otro que el que nos ocupa.

01 Gambas frente al puerto deportivo

La ruta bien puede comenzar en el Palau del Mar, un edificio de finales del siglo XIX construido para albergar los Almacenes Generales del Comercio. El 31 de mayo de 1900 finalizaron las obras, y en la actualidad alberga el Museo de Historia de Cataluña. En su planta baja cobija varios restaurantes con terrazas que miran al puerto repleto de barcos deportivos. No se ve el mar abierto. El ambiente a ciertas horas es divertido, con muchos puestos ambulantes y las terrazas a rebosar de turistas dispuestos a catar una rica fideuá.

La ruta continúa por el paseo de Juan de Borbón, conocido por los del barrio como Paseo Nacional. Detalle arquitectónico: en el número 43 del paseo de Juan de Borbón, un elegante edificio de Josep Antoni Coderch, emblema de la mejor arquitectura barcelonesa. El paseo cuenta con innumerables restaurantes que ofertan paella, gambas, pescados y sangría. Antes de llegar a la playa se encuentra la Biblioteca del Consorcio del Far (www.consorcielfar.org), con una rica biblioteca de temas náuticos y marineros abierta al público.

02 Pescadores y playeros

Si vamos hasta el final de la calle de Escar, llegaremos al puerto pesquero, donde al atardecer regresan los barcos con el pescado del día. No dejan pasar, pero se ve el antiguo faro, que cuando dejó de funcionar se convirtió en reloj. Restos del pasado, de un mundo desaparecido, entre las modernas construcciones del puerto como son el Trade Center o el Maremagnum, y al que sin duda se une el polémico hotel Vela, de Ricardo Bofill, que ha cambiado de nuevo el perfil marítimo de Barcelona.

Ya estamos en la playa del paseo Marítimo. Aquí volvemos al mundo moderno, al ambiente juvenil, universitario, de turistas en busca de sol o haciendo deporte, jóvenes surfeando, extranjeros alucinados con la playa y aprovechando las horas de sol; gente paseando, bicicletas. Un paseo que va hasta la Villa Olímpica y que antaño contaba con unos añorados chiringuitos, derribados en la fiebre olímpica. El ambiente en verano y primavera con la puesta en escena de los otros chiringuitos, la música, las terrazas, la gente haciendo deporte y tiendas de surf como Box220 le dan aire de ciudad californiana, siempre animada. Es otro de sus mundos. Y ahora entramos ya por algunas de las estrechas calles al epicentro del barrio.

03 La buena mesa

Aquí está el barrio antaño marinero y popular, y hoy sólo popular, aunque algo queda de ese sabor a sal y del duro trabajo de mar. El paisaje humano son los habitantes del barrio, gente mayor, curtida por las dificultades, con un comercio pequeño por el que no ha pasado el tiempo, como la tienda de Hilados Donados, donde se venden todo tipo de cuerdas para uso marítimo, en la calle del Almirante Churruca.

Aquí perviven tascas como Cova Fumada, que encantará a los buscadores de lo auténtico. La familia al completo trabaja en esta pequeña cueva, siempre repleta, con una pequeña cocina vista, donde la madre prepara sus famosas bombas (la tapa oficial del barrio, que según la leyenda se inventaron aquí), una bola de patata rellena de carne acompañada por alioli y salsa picante. O restaurantes como Can Maño, donde lo de menos es el servicio, y lo más, unos salmonetes a la plancha.

La Barceloneta es uno de los mejores sitios para tomar pescado frito. Y como un día es un día, se puede ir a degustar una mariscada a El Lobito, donde a veces el dueño pone en la mesa lo que le viene en gana. El ambiente es divertido y hay que dejarse llevar. No pensar en el bolsillo. Otro de los clásicos es Can Solé, abierto desde 1903 y que presume de una ilustre cartera de clientes en su larga historia, como Néstor Luján, Santiago Rusiñol, Joan Miró, Manolo Vázquez Montalbán y Manolo Escobar.

Es el barrio de siempre, con su ropa colgada, sus balcones abarrotados de cacharros y fregonas. Pero hay algún indicio de cambio, como el reformado mercado, abierto hace dos años y donde se ha instalado Lluçanès, cocina de autor con una estrella Michelin y moderna estética, o la tienda de tatuajes de la plaza del Poeta Boscán.

Pero sigamos el paseo con el estómago contento. Llama la atención un edificio de ladrillo en la calle del Conde Santa Clara. Era una antigua cooperativa de final del XIX, hoy convertida en biblioteca. En la plaza de la Barceloneta, la iglesia barroca de San Miguel, santo del barrio, el primer edificio de la Barceloneta, que se terminó en 1755 y que es bajito por aquello de los cañones de la ciudadela. Y una última visita: a la librería Negra y Criminal (La Sal, 5; www.negraycriminal.com), un lugar de culto para todos los amantes del género y uno de los agentes culturales más activos del barrio. Es sin duda otro mundo.

Publicat en el diari el País